El día de ayer tuve una experiencia diferente a las cuales
estoy acostumbrada a tener, realmente no pensé qué fuera tan posible
sorprenderme, al haber estado conviviendo continuamente con personas que viven
muy de cerca la tragedia humanitaria que se vive en México. Por personas que recientemente han llegado a
mi vida, tuve la oportunidad de visitar una casa de recuperación de jovencitas
que ha experimentado una situación de trata de personas. La cita fue el día
sábado muy temprano, uno de los fundadores de Reintegra, Germán del Villar paso
por mi junto con su esposa, en el lugar acordado. Fue un viaje con mucha
expectativa, pues habían muchas preguntas en mi mente: ¿A dónde me llevarán? ¿Qué
encontraré? ¿Cómo reaccionaré? ¿Qué tengo que hacer? , Uff eran bastantes que
no sabía cómo actuar. En un primer momento, tenía mucha ansiedad al llegar al
lugar, sin embargo trataba de generar más confianza – con mi labor de
defensora, he desarrollado una alta desconfianza ante lo desconocido – y, de
pronto abrimos una puerta y al cruzarla, encontramos a una joven simpática, con
acento sureño, y en ese momento mi mente se volcó al pueblo centroamericano,
sin embargo estrella es del estado de Veracruz, una joven de 26 años, la cual
vivió una situación de trata en la zona de la Merced, después poco a poco
fueron saliendo, su compañera de dolor y de alegrías M, la cual también era del
estado de Veracruz, y formo parte de las “Cuatro fantásticas” (así les llaman
por que fue el grupo de cuatro mujeres rescatada en la Merced), luego L, y P,
al final se acercó una niña con una cara aún con demasiada inocencia, de nombre
N, una chica muy abierta, bastante tranquila y se puede detectar que ella ya
tiene un manejo mayor con terapeutas, sobre todo por la lucidez en el hablar.
N, me empieza a referir cada caso, con mucha naturalidad y a sus escasos 20
años, tiene una madurez emocional, que ya quisiera tener yo. Me menciono que tiene
muchos proyecto y entre ellos, es el continuar la universidad en la carrera de
Comunicaciones, que su pasión es leer, y lo que más me dejo sorprendida es la
luz en sus ojos con mucha esperanza. Es cuando pensé, ¿qué capacidad tenemos
los seres humanos de poder “sobrevivir”, de situaciones difíciles, y seguir
viviendo? ¡Qué experiencia de vida!
Poco a poco, las chicas fueron abriéndose conmigo, sin
embargo esa sensación de no tener “ese permiso” para poder preguntar, se hacía
más palpable. Sin embargo, en medio de la dinámica se dio un poco más fluida la
conversación. Me contaron como hacían para soportar las jornadas de 12 a 15
horas que los fines de semana hacían, qué no tenían un día de descanso, sobre
“ese frió que hace a las 3 de la mañana”, cosas que ellas la decían con ciertas
normalidad, y que para mí, me llenaba de horror, y mi lado visceral, estaba a punto
de llorar.
Ellas sin el aparente menor resentimiento lo decían; ya cuando me
empezaba adaptar a esa mezcla de alegría y un recuerdo algo tormentoso, se
probaron ropa para un evento que tendría el día lunes, yo mencioné sobre mi aversión
a los zapatos con tacón alto, y el hecho que eso provoca una gran hinchazón en
mis pies, ellas algo extrañadas me mencionan que es muy “fácil caminar, y que
debería de ver las zapatillas que utilizan para caminar”, en ese momento estrella sube por sus zapatos,
y al bajar, cual es mi sorpresa, unas plataformas con una mariposa dentro de la
base. Ellas las camina muy bien, deberías de ver – menciona otra de ellas -,
hasta corre con ellas, cuando había operativo, intento subirme en ellas – ya que
no es ponérmelas, sino subirme en ellas – y solo logré mantener el equilibrio
sujetada de una baranda. Cada cosa que compartían, ellas con una gran
naturalidad, para mí solo representaba lo más obscuro del ser humano. Intentaba
adecuarme a la plática, poder sentir lo que ellas habían vivido, a sus escasos
veinte años…en ese momento, pensé en mis primas, sobrinas, amigas, conocidas
que pudieron ser ellas. Al no haber muchas preguntas de mi parte, y sobre todo
con esta sensación extraña de no saber qué decir, siguieron en su rutina, y lo
que hice, fue abrazar con mi forma “fría”, a una de ellas. Me senté le pregunte
alguna vanalidad, y de repente lleva N, ella empieza ayudarme con la conversación,
y poco a poco comienzo a identificar a una de ellas, ya que su caso fue muy
sonado y ya lo ha había visto en las redes sociales, una joven de no más de
veinte años, la cual fue robada en el estado de Morelos, por dos camioneros,
con un intento de suicidio en su haber, y su sorpréndete sentido de la
conservación humana, me vino a la mente. Estrella dos (se supo que ambas habían
usado el mismo seudónimo sin querer), es callada, y solo se limita a ver su
celular, le comento, ¿eres tan callada? N, me responde, es porque no te conoce,
pero después no hay quien la aguante. Llego Germán, y apoyo en la conversación,
sin embargo no dejaba de sorprenderme la capacidad de vivir, después de lo que sucedió,
y reconstruirse, estrella 2, menciona que quiere estudiar cultora de belleza,
pero pocas veces me sostiene la mirada, y solo se centra en mandar mensajes por
su celular.
Al final, le menciono a German que necesito irme, el
amablemente acepta llevarme cuando yo diga, en el camino voy pensando tantas
cosas, como que…solo somos producto de circunstancia, y qué también la trata es
un fenómeno que no actúa aisladamente, y esto lo menciono ya que es resultado
de varios problemas sociales, como la desintegración familiar, el abandono y
hasta cierto punto, el individualismo que actualmente la sociedad experimenta
de forma más aguda. En el camino, nos acompaña estrella (uno), y va platicando
sobre su vida y sus sueños, qué ella fue niña de la calle, y que quisiera
apoyar a este sector desprotegido, Germán en todo momento, se encuentra
proactivo y receptivo a las necesidades de las jovencitas.
Definitivamente, fue una experiencia fuerte, y muy reflexiva…solo
me resta agradecer a la fundación reintegra y
Germán del Villar, los cuales me dejaron formar parte por unos segundo
de su realidad diaria.
Para mayores informes de la fundación y como donar: http://fundacionreintegra.org.mx/
Gracias por compartir esta experiencia
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